13 de junio de 2010

Erase una vez una niña ...


Erase una vez una niña envuelta en misterio y con una inmensa energía por derrochar.
Miré sus ojos y vi, una niña-mujer pidiendo a gritos amor y cariño. Me invitó a jugar su juego.
Lo empezamos, a escondidas pero lo empezamos. Me hice adicta a sus besos. Me desvelo su mirada de mi visión oscura y negada.
Me enterneció su sonrisa. El primer beso fue tímido dejando lugar a mucho más...
Me dejaste atrapada entre el misterio y tu mirada. Entre en tu juego con miedo. Trato de dejarme llevar, pero el miedo me inhibe. Miedo a lo conocido y a lo desconocido. Entramos a tu juego mi Soledad y yo. No la puedo evitar, me sigue tanto que tengo miedo de llegar a la nada misma.
En el juego también participa la Locura. Tu locura desconocida. No se si es Locura de Amor, locura por falta de amor o locura por la locura misma que uno trae desde la progenitora. En la locura que nos conocimos también existe la posibilidad de encontrar Amor. Puede ser un amor pasajero, un amor que dejará enseñanzas y nada más, o un amor que quedará en ilusión o tal vez, un largo camino con mucho Amor por derrochar y en cada senda dejar plasmada un inolvidable recuerdo.
El juego continua. Nos aventuramos casi como un volcán en erupción. Descubrimos nuestros cuerpos, nuestras texturas y lo que falta por descubrir todavía... Falta descubrir nuestras almas y brindarnos un 100 % en cuerpo y alma (valga la rebundancia)... dar condar en el clavo descifrar.
Por el momento hallamos ésto, pero en el juego hay mucho tesoros por alumbrar.
Por ahora, para calmar mi miedo y mi soledad, me quedo con tus abrazos, tus caricias, tus besos adictivos, tus rulos gloriosos, tu mirada cálida que alivia mi sentir. Pero espero más, espero más … de una hermosa niña como tú...

Autora: Romina Munafó

Una pájaro a la deriva...

Volé... ¿Volamos? Creí que íbamos en un sólo paracaídas, pero no. Quedé sola, a la deriva.
El juego sigue y yo quiero seguir jugando. Déjame seguir jugando.
Tu Amor ya es una enfermedad. Quiero vivir sólo para repetir esos momentos.
¿Dónde están esas palabras? ¿En qué quedaron? ¿El viento se las habrá llevado?...
Yo estoy acá, esperando una señal... una señal de vida ... una señal... algo ... una respuesta y encuentro "vacío".
Mi agonía y la pena me están llevando a la locura. En mi locura soy un ente. Un "ente" que divaga y nada la hiere, nada la lastima, nada la mueve, porque soy un ente.
Ya no me duele el frío. El calor ya no me abriga.
El Amor no me corresponde...


Autora: Romina Munafó