4 de enero de 2011

Ostentación de Impunidad...

La "Ostentación de impunidad", refiere a un grave síntoma social. De lo que se trata es de la impunidad, pero no de lo que ocurre sencillamente cuando un crimen queda impune, sino cuando está claramente al servicio de lo efectos que busca producir. Hablamos entonces de la ostentación de la impunidad, es decir, de cuando ésta no sólo no se oculta, sino que se muestra obscenamente para dar un mensaje en las víctimas.
Éstas, a su vez, deberán ser vehículo de desaliento. La ostentación de la impunidad retrotrae a las víctimas al momento mismo de la perpetración del abuso, con el agravante de que vuelve de una esperanza cercenada de que su vida podría ser de otra manera... se cierra el último horizonte posible...

Las consecuencias psicológicas que arrastran los menores abusados siempre son devastadoras. Algunos autores hablan de sobrevivientes  justamente porque se produce un arrasamiento psíquico de esa magnitud. Si se dan determinadas circunstancias, esta situación es superable. Depende del grado de credibilidad con que se reciba su relato, de la contención que les dé su familia, de que su palabra circule, y de que la justicia cierre el círculo con la reparación simbólica que significa un fallo condenatorio.

¿En qué medida un niño puede ser, psicológicamente, inducido a relatar un caso de abuso sexual?


Hay dos teorías pseudo científicas: la de la alienación del relato. Las dos sostienen la posibilidad de que un niño puede mentir en el relato de un abuso sexual que podría haber sufrido. Básicamente son similares y mientras una pone todo el acento en la forma en que la madre programe al niño en contra del adulto del abusador, la otra hace hincapié en el trabajo para co-construir con el niño la falacia acusatoria. De más está decir que ambas teorías son utilizadas exclusivamente en un juicio por las defensas de los abusadores.

¿Cómo sería posible que un niño sostuviera la mentira? En caso de que existiera una mentira.


En el poco probable caso de que un niño mienta en esas circunstancias, el relato cae rápidamente, se torna inconsistente y contradictorio. Aclaración: no es lo mismo un relato contradictorio que una retractación. Los niños, generalmente, han sido abusados por un adulto cercano y querido, ya que la seducción ocupa un lugar central. Eso trae como consecuencia un cóctel psíquico explosivo, mezcla de culpa y temor, que lleva a retractarse temporariamente de lo que denunció. No entra en contradicciones, sino que afirma que todo lo dicho anteriormente era falso. Es importante conocer esta etapa porque luego, a la brevedad, todo vuelve a su sauce y la acusación se sostiene.

Peritos y pruritos


La psicología pericial ha alcanzado un desarrollo importantísimo en nuestro país. Es un auxiliar fundamental de la justicia. Puede validar o invalidar conductas y situaciones con un alto grado de aproximación, pero no confundamos: el perito ni condena ni absuelve. Cuando se trata de casos de abuso sexual infantil la actuación de los magistrados suele ser llamativamente diversa, analizando, discutiendo o rechazando conceptos periciales con argumentaciones para las que carecen de formación alguna.

¿De qué manera suelen expresar los chicos abusados los hechos de los que fueron víctimas?


Cuando un niño ha sufrido esa situación, lo primero que se advierte es un cambio abrupto de conducta, una regresión a etapas anteriores y algunos síntomas: enuresis, encopresis, retraimiento, terrores nocturnos, angustias, llantos inmotivados, hiperactividad, distracción marcada, etc. Éstos son signos específicos que, junto a otros, permiten diagnosticar el abuso con claridad, y siempre son específicos indicadores de que algo grave le está ocurriendo al niño o le ocurrió, llegando más a la adolescencia.
En la mayoría de las situaciones hay, por parte de abusador, una paciente y sistemática actitud de seducción. Esto trocará luego en actitudes de extorsión y amenazas, que son algunas de las características principales del delito.

¿Cómo trata la justicia a las y los menores que fueron abusados?


Hay loables excepciones pero, lamentablemente, el pasaje de los niños  por tribunales es la historia del maltrato institucional y la victimazación, ninguneo y la invisibilización de su dolor. Casi todos los esfuerzos apuntan a garantizar los derechos del acusado, que sería lo correcto si hubiera correspondencia en relación a los derechos de la víctima.

Falta una pieza central en todo ésto, la que sostiene todo el engranaje: ¿qué reacción genera una denuncia de este tipo en la sociedad? 
El horror hacia la Pedofilia es débil, temporal y poco creíble. A menudo se desplaza con rapidez hacia la victimización, consistente en suponer que la víctima algo habrá hecho para transitar sus padecimientos, o que éstos son sencillamente productos de sus fantasías o de la sugestión materna, en conflicto con el padre. Esto se fundamenta en el Síndrome de Alienación Parental (SAP), que es una conceptualización por la cuál se supone que los chicos son programados para repetir determinadas historias inventadas por los adultos.
Según psicólogos especializados: Hay elementos concretos que permiten determinar si un chico dice la verdad o no. Hay niños que tienen 3 y 4 años de edad, abusados que a esa edad no pueden hablar de cuestiones sexuales que desconocen, mucho menos con la precisión con que lo hicieron. En sus testimonios, hicieron alusiones a situaciones genitales concretas que son imposibles de ser fantaseadas y sostenidas en el tiempo.

Por último, lo que no se puede ni se aconseja hacer, porque los resultados serían terribles, es meter la basura debajo de la alfombra.
Eso es exactamente lo contrario a lo que, en la mayoría de las veces, propugna la maquinaria judicial cuando funciona burocrática, lenta y displicente. 

Ensayo realizado por: Romina Munafó