27 de febrero de 2011

Busco y no encuentro nada...

Estoy aquí sentada, observando la tenacidad de las cosas. Frente a mi frágil vista que todo lo desvanece, lo oscurece.
Mi hablar que todo lo quema, lo invierte para el lado oscuro, sin que intervenga mi conciencia. 
Mi fisonomía provoca recelo (la primera impresión) y desastres (la segunda).
A mi vulnerabilidad no le encuentro sentido. 
¿Por qué ser vulnerable a algo que no se sabe si vale la pena?
Por eso estoy acá, sentada, observando como un mártir que está allí aunque nadie lo registre. Nadie me ve ni me escucha. Solo yo, veo y escucho todo.
Veo que por un momento todo se desvanece y va desapareciendo, no queda ni un polvo de ellos. 
De pronto veo bipolaridad por todas partes. Todos los hombres se aman y las mujeres también. Dos polos neutros, totalmente paralelos. Diferentes e indiferentes. No se ven mas niños, ni un BOMBO MAS !! Los pocos que quedan disfrutan de lo último que queda de ellos. Así, desaparece la raza.
Veo también como todos se clavan una estaca, pero no en sus corazones, si no en la sien. Ni siquiera pueden pensar cómo matarse, por eso mueren desangrados. De a poco la tierra se tiñe de rojo.
Esta cayendo la noche. Todo se precipita. Mi mente siniestra se desespera al querer apagar todos los televisores bípedos, que van y vienen sin saber a dónde ni porqué. 
La mente es cambiante, se mueve sin parar y es dura, muy dura. No conoce más que eso. No tiene sentimientos ni compasión. En todo caso, ése es el corazón, y la mente debe traducir lo que de él emergen. ¿Quién me garantiza la veracidad de esa traducción? Si la mente siempre juega a su conveniencia.


Cayó la noche y la estatua de Simón Bolívar, está inquieta e iluminada con ansias de escapar de ese trono pedante. ¿Quién garantiza que fue un valiente de verdad? ¿Quién me garantiza que no fue obra de una mente condicionada por otra, para satisfacer ambas conveniencias?.
Veo la felicidad que aparenta la pareja de adolescentes que están a unos metros de mi lado. Veo su ingenuidad, su inmadurez, pero también veo la felicidad en ellos al padecer de experiencia, de observación o información maliciosa. 
Veo también mas allá de todo eso.
La oscuridad de unos ojos a la espera de algo o alguien.
De día los esquivo porque se lo ve muy claros y de noche los busco pero no los encuentro...






Autora: Romina Munafó