2 de marzo de 2011

Sopa de Letras ...

I

Se abre un abismo mágico
donde logro desintegrarme.
Respiro líquido y soy etérea,
pluma que roza mi piel
junto a tu aliento 
y vuelve... y vuelve...

II

Dejé de soñar desnuda
y me peiné los rulos hacia abajo.
Cambié el color de mis ojos
de cansancio...
Y lloré de tanta risa acumulada
y me ahogue de tanta agua en mi ser.

III

Caí de improviso en el río turbio de tus palabras
y no hay nada más, solo el gesto repetido.
Morimos varias veces aquí
y nacemos varias veces allá.
Da lo mismo no? Decir:
TE QUIERO ... MURIENDO.

IV

El hipopótamo desde abajo me dice - vos,
¿A qué viniste, viejo?-
responde, dale! si vos me contaste.
Vine porque sí, sólo porque eso...
No preguntes nada, juega
¡¡¡Si!!! ¡¡¡Dale, quiero jugar!!!
a los animalitos, pero que no duela!!

V

Movimiento de la noche que se repite en mis ojos.
Lo sé.
He visto morir la lluvia otra vez
y la guerra de los sapos continúa sin sentido.
¿Amor? ...
Salto, vuelvo y me enrosco
hasta volverme un caracol, por cobarde.

VI

Me sumergí en esa batalla.
Insectos cayendo.
Yo, vos y las mentiras en esta selva.
Busque tu reverso hasta encontrarlo,
supimos de la nada hacer varias guerras


Autora: Romina Munafó


Noche Lúcida

Muchos niños. Mucho vacío, interno y externo.
No les volveré a contar esa historia. Sólo profundizaré un solo momento... esa noche.
La noche en que olvidaron mi existencia. La noche donde supe realmente quién era. Conocí mi verdadero yo.
Aunque siempre fue el mismo, pero esa noche pude traducirla.
Lo último que escuche, de lo más cercano que pude tener a lo familiar fue: "Acá vas a estar bien. Tu ausencia mejorará las cosas".
Siempre la consideré allegada,  no familia, será por eso que no me decepcionó.
Esa noche supe que soy una loba gregaria. Que nunca sentí haber nacido del vientre de una madre. No sé lo que es parir y mi vientre tampoco. Ya no quiere sufrir mas. 
Esa noche traduje que mi destino es "conocer", sin límites de tiempo ni espacio; todo lo sumerjo en todo, lo transformo, hasta llegar a mi propia conclusión, a la cual, también lo analizaré. Esa noche supe que mi conocimiento y mi yo, no dependen de nadie y viceversa. Mi yo es totalmente independiente al corazón. 
Esa noche el camino estaba lúcido. Esa noche me di cuenta que estaba sola.
Esa noche acepté la realidad y el síndrome de la tristeza arrasó mi cuerpo entero, de por vida. 
Esa noche también supe que sé disfrutar de mi tristeza, acato lo más trágico y me sumerjo... hasta llegar al fin...  MI FIN...


Autora: Romina Munafó