16 de enero de 2011

Allí lo esperaba...

Bajo la eterna noche azul iluminada por unas cuantas luciérnagas que se escabullía procurando silencio: te esperaba.
Esperaba esa imagen virtual que me libere del caparazón asesino. Esa cara misteriosa que exhala una tristeza bípeda que camina junto a nosotros en lugar del alma.
El me enseña a sentir la ficción con tanta exasperación y de una manera tan real, que no logro pasar desapercibida.
Te espero tanto que ya no logro apaciguar ésta necesidad de sentir algo. Doy vueltas y vueltas frente a tus imágenes virtuales plegadas en un papel e impresas con tinta de color para perfeccionar tu imagen sensual que me desespera. Éstas me hacen sentir que soy tuya, aunque a veces: del viento.
Tanta belleza tornasolada con misterio encuentro en tus fotos que logran frenar la fluidez de ésta maldita soledad que invade minuto a minuto, los pasos de mi vida.
Tú debes de estar allá, nadando en un mar de aguas saladas y yo acá, nadando en el mar de mis propias lágrimas.
La piel blanca, fuerte, vigorosa, apasionado con los movimientos exigidos y rebeldes, alteran mis sentidos convirtiéndolos en "furia" y ensueño. Y es ahí cuando te nombro, cuando la adrenalina no para de subir y bajar por tus curvas y lomadas que me llevan a un inmenso éxtasis de ruegos y plegarias.
Tu cuerpo logra dejarme desvanecida frente a esas fuertes piernas que agitan mis pasos cada vez que me las imagino.
Todas las noches, tu imagen acompaña mis sueños exaltando mis latidos.
En la inmensidad del espacio las flores comienzan a palidecer y los pétalos sobrevuelan en el aire.
Tus ojos tornasolados entre verde y celeste como las aguas de las playas más cálidas, eso y mucho mas te define como mi "especie sobrenatural" que vuela cada vez mas alto y todo lo impide poderlo alcanzar.
Un día nos iremos, desde Andrómeda hasta Neptuno dejando atrás el infinito, fuego de nuestros seres consumiéndose.


Autora: Romina Munafó